El que escatima la vara odia a su hijo, mas el que lo ama lo disciplina con diligencia
Proverbios, 13:24
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La vida canuta es muy especial y tiene unas características que la hacen poco deseable para mí y para muchas otras personas más. Lo lindo de la etapa adulta de la vida es que uno decide finalmente cómo vivir, dentro de las posibilidades de cada uno. Uno ya es libre de pensar y de filtrar la información que recibe. Uno tiene la capacidad de decir que no a la vida canuta, aunque se lo diga alguien con autoridad. Pues bien, ahora les hablaré de aquella etapa en la cual uno no tiene esa posibilidad: la infancia.
1.- La verdad incuestionable. Seamos honestos, cuando uno es pequeño por más bueno que sea para reclamar contra los padres, hay cosas que uno simplemente no se cuestiona de ellos, especialmente si ambos las enseñan, como en el caso de mis padres, ambos canutos. Si no fue dioh, quizá fue el ratoncito de los dientes o Santa Claus. Uno cae redondito y no duda en la palabra de sus padres, aunque claro, hay que hacer una diferencia: sus padres saben que el ratoncito o santa Claus no existe, de dioh están completamente convencidos, así que no espere que algún día le digan lo contrario, porque es muy probable que nunca llegue ese día. Así que esa verdad será la única por algunos años.
2.- La crianza evangélica es una mierda. Realmente que lo es, porque además del adoctrinamiento espiritual, muchos usan la Biblia para justificar que te saquen la chucha con un palo, porque la palabra de Dioh lo manda. Son capaces de poner la otra mejilla a quienes los ofenden y al mismo tiempo son capaces (¡y deben!) sacarle la chucha a sus hijos por hacer alguna cosa típica de los niños chicos.
También, es una mierda que te enseñen a poner la otra mejilla cuando alguien te hace daño. O sea, si alguien iba y me pegaba, defenderse estaba mal, eso no es de dioh. Lo único que logran con eso es que cada vez uno se deje pisotear más y más. No te enseñan tanto de amor propio como de sentirte culpable: todo está mal, todo es pecado.
Por último, uno es criado como un intolerante hacia muchos grupos y muchas cosas que, afortunadamente, algunos descubrimos que no tienen nada de malo (como ser homosexual), sin embargo, renunciar a estos dogmas es un proceso difícil, pero que es necesario hacer.
3.- El tabú del sexo. Si bien esto está muy relacionado con el punto anterior, su impacto es tan grande que lo puse aparte. De sexo, o no se habla o todo la información que recibirás es "no hasta que te cases". Siendo honesta, cuando uno es niño como que le da igual e incluso puede pensar en llegar a no follar hasta casarse, obvio, uno es niño, y en el fondo no entiende lo que implica ser un ser sexual como para que ya te anden imponiendo la abstención como única forma válida de vivir la sexualidad fuera del matrimonio.
4.- La infancia canuta es fome. Esta es parte de la mierda de la infancia canuta de la que uno está más conciente en la niñez. Obvio, uno quería disfrazarse para pedir dulces en Halloween y no, pecado, la fiesta de Satanás el diaulo. ¡Yo sólo quería pedir dulces, no adorar al Lucifer, por Lucifer!. Y otras tantas cosas en las cuales tuve que decir "no puedo, mis papás son evangélicos".
5.- Sentir que se creció en una burbuja. Llega un momento en la vida en la que uno se da cuenta de que nació y creció en un lugar atípico sin tener la posibilidad de ver más allá, hay gente que no comparte algunos valores canutos. De hecho, ni entre canutos comparten los mismos valores. Especialmente cuando se va a la escuela uno se ve arrojado a un mundo mucho más hostil de lo que se esperaba, y cómo cualquier forma de defenderse es pecado ¿qué se puede hacer?. Una visión tan parcializada del mundo es nociva y al final sólo causa daño en vez de un bien a quienes, supuestamente, los padres más quieren.
Si tienen otras más por favor compártalas acá.
Espero no dejar tan botado el blog en las próximas semanas. Saludos a todos los que leen.